A lo largo de la vida pasamos dificultades y sufrimos pérdidas. El Señor da y el Señor quita. Aunque sabemos que lo hace por amor, en muchos casos cuando algo es doloroso para nosotros es difícil aceptar lo que hace, confiar en Él, tomar la decisión de creer que sabe lo que nos conviene y adaptarse a Su plan, por doloroso que parezca en el momento.
Hay ocasiones en que, después de vivir una experiencia, pasar una temporada difícil o tener que desprenderse de algo que apreciábamos, gracias a la aceptación y sumisión a la voluntad del Señor para nuestra vida llegamos a un punto en que nos damos cuenta de que en verdad con Jesús nos basta. La vida no nos resulta complicada, pues no nos preocupamos tanto por las cosas, ni deseamos tan intensamente que se desenvuelvan de cierta forma. Estimamos todo lo demás «como pérdida»[1], y pierde valor comparado con nuestra relación con Jesús y nuestro deseo de cumplir Su voluntad para nuestra vida.
Sin embargo, esa perspectiva que se obtiene con tanto sudor dura poco. Por lo general cuesta tanto llegar a ese punto que sería agradable que pudiéramos tener presente esa perspectiva en nuestra vida de un modo más constante.
Debido a nuestra naturaleza estamos bastante apegados a las cosas de este mundo. Vivimos en un plano terrenal y por ser humanos tenemos tendencia a poner bastantes limitaciones a lo que queremos hacer, a lo que estamos dispuestos a hacer o incluso a lo que nos parece que podemos hacer. Fijamos límites. Decimos: «Haré esto, pero lo otro no; renunciaré a esto, pero no a aquello».
Como discípulos es preciso que en cierta medida nos desprendamos de las cosas del mundo, o de los valores del mundo. Necesitamos tener una mentalidad más celestial y dar mayor prioridad a esos valores duraderos que tienen gran valor en el plano celestial. Deberíamos desear que estemos tan enamorados de Jesús que lo demás no nos importe tanto, que confiemos más en Él, en que hará lo mejor para nuestra vida, sabiendo que Él lo controla todo y que hará que todo redunde en bien, incluso en las situaciones más difíciles.
¿Cómo se obtiene una pasión así? ¿Cómo podemos llegar al punto en que realmente nos baste con Jesús? Cuando la vida es cómoda y no se libran grandes luchas, ese concepto puede parecer muy lejano o ajeno, y hasta indeseable. Sin embargo, cuando pasamos por una experiencia que ha conmovido el cimiento mismo de nuestra fe, y en ese valle de lágrimas llegamos a la conclusión de que con Jesús nos basta, ese concepto cobra sentido y deseamos no cambiar nunca de parecer. Sabemos que fue un calvario llegar hasta ahí, pero una vez que lo logramos, sentimos mucha paz y confianza en Jesús y un enorme consuelo en Su Palabra. Nuestra vida espiritual da mucho fruto.
Preguntamos al Señor cómo podemos contar con esa paz y consagración de un modo más constante, con la devoción y determinación que nos permita decir, sin pesar ni reservas: «Con Jesús basta».
Estos son fragmentos de Sus respuestas.
Cercano estoy a los quebrantados de corazón y doy gracia a los humildes. Eso significa que los que son humildes y dependen de Mí a toda costa adquieren una relación particularmente estrecha conmigo. Y esa humildad y apremio a menudo nacen en los que han tocado fondo y se aferran a su amor por Mí y su deseo de disfrutar más plenamente de Mí. Es un obsequio muy valioso para ellos, la miel que solo se obtiene al estrujar el panal.
Cuando alguien se aferra a Mí cuando enfrenta difíciles decisiones y profundos pesares, el alma se llena de alegría pura y felicidad. Saben que me han hecho muy feliz al acercarse a Mí y quieren seguir llenando su vida de esa alegría sirviéndome de la forma que les pido. Piensan muy poco en sí mismos y mucho más en Mí y en Mi voluntad para su vida.
No hay testimonio sin prueba, no hay corona sin cruz, no hay victoria sin batalla. En muchos casos, con las dificultades, quebrantos y temporadas difíciles llegan a tener esa unión particular conmigo.
Los apuros y dificultades hacen surgir esto con mucha claridad porque atraviesan súbitamente la niebla de su vida diaria y los ponen en contacto directo conmigo, con lo que no les queda más remedio que aferrarse firmemente a Mí.
Puede que eso haga que se pregunten si la única forma de estar cerca de Mí es pasar por tribulaciones y apuros. Lo bueno es que no es así. A lo que aspiran ustedes no es a pasar dificultades. Lo que desean es saber que nada se interpone entre ustedes y Yo, que no hay nada que no me hayan entregado.
Cuando sacan de raíz lo que sea que se ha interpuesto entre nosotros, queda mucho más espacio para que Yo llene su vida de amor, belleza y bendición.
Los retos de Mi Palabra presentan a lo largo de la vida infinidad de oportunidades de tomar decisiones para que concentren su atención en las cosas de arriba, que suelten lo que podría alejarlos de Mí, que pierdan su vida, a fin de que puedan salvarla de verdad.
Procuran vivir como deseo y renunciar a todo lo que se interponga entre nosotros. Les doy insinuaciones con relación a lo que se interpone entre nosotros o los accesorios que llevan consigo, y los animo a dejarlos. Les muestro las habitaciones de su vida que no están abiertas del todo a Mí y los animo a dejarme entrar. Por medio de esas decisiones se acercan a Mí, y aunque no se encuentren en un apuro, saben que para ustedes nada es tan importante en su vida como Yo.
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Al darme el primer lugar y permitir que Mi Palabra les rebaje el orgullo y ajuste su voluntad a la Mía, se acercarán estrechamente a Mí y sabrán que soy la esencia de su vida y que conmigo les basta.
Prueben y vean que soy bueno. Entréguense a Mí una y otra vez, recurran a Mí, dejen que les demuestre que sea cual sea la situación que pasen, me basto y sobro para sacarlos adelante. A medida que lo hagan una y otra vez —a veces mediante sus ofrendas voluntarias y en otras ocasiones con lo que les exija—, poco a poco alcanzan un estado de dependencia en Mí y de saber que conmigo les basta.
¿En qué momento soy suficiente para ti? No se trata forzosamente de un estado que se alcance después de pasar por una serie de circunstancias, ni de experiencias; debes alcanzarlo en tu corazón y tu mente después de tomar decisiones personales a favor de Mí.
Es una decisión que tomas a favor de Mí, cuando caes en la cuenta y dices: «Pues es verdad, mi vida no me pertenece. Jesús es lo único que ha sido estable hasta ahora». Es en ese momento que te das cuenta de que conmigo en efecto te basta; que aunque perdieras todo el mundo por causa Mía, lo tendrías todo.
*
Cuando Livingstone inició sus expediciones misioneras en África, había cosas que representaban un sacrificio para él. Al comienzo de su servicio a Mí no podía decir de todo corazón que nunca había hecho un sacrificio, ya que todavía no me había puesto a prueba. No había puesto a prueba Mis promesas. No había recibido las recompensas que le di por sus sacrificios. No había comprobado por experiencia que conmigo le bastaba.
Por eso, hizo sacrificios. Al principio eran relativamente pequeños, como el clima riguroso que debió soportar, las incomodidades del viaje, tribus peligrosas, animales peligrosos y enfermedades de África, los mosquitos, los insectos, el agua sucia y mucho más. A veces se preguntaba por qué habría emprendido tal misión cuando el fruto era ridículo; de hecho, durante los primeros años el fruto ni siquiera se empezaba a ver.
Luego los sacrificios se hicieron mayores, como tener que dejar a su esposa y sus hijos mientras partía en misiones a otras tribus, ver a sus hijos sufrir las enfermedades africanas, permitirme que me llevara a uno de ellos al Cielo, enviar a su familia de regreso a Inglaterra mientras él trabajaba por su cuenta en África, y confiar en Mí a pesar de que padeció numerosas enfermedades.
A medida que siguió su vida de servicio y sacrificio, experimentó Mi gran capacidad de satisfacer. Cada año que pasaba comprobaba que Yo era más para él que el año anterior. Al ponerme a prueba, al poner a prueba Mis promesas, gracias a las palabras de su testimonio, «jamás hice un sacrificio», se ve que comprobó que, en efecto, Yo era suficiente.
Será por la vía del sacrificio, la obediencia, el servicio y la humildad como descubras Mi gran capacidad de serlo todo para ti. El sacrificio comienza antes que nada por el corazón y la mente. No tiene que ver tanto con lo que se renuncia ni con las circunstancias físicas. Depende del corazón y de la actitud hacia Mí. Tiene que ver con el deseo de agradarme, con lo dispuesto que se esté a ser generoso conmigo, con la fe para poner en Mis manos lo que más se valora, con el amor que te motive a dármelo todo.
Cuanto más me des, cuanto más pongas a Mis pies, cuanto más te entregues cada día, cuantas más decisiones tomes a Mi favor, cuanto más obedezcas y optes por Mi camino en vez de por tus deseos, cuanto más amor me des, cuanto más te esfuerces por vivir según Mi Palabra, cuanto más me pongas a prueba teniendo fe para plantarte firme en Mis promesas, más cerca estarás de que Yo sea suficiente para ti.
Es un cambio que se obra poco a poco en tu interior, día a día. Cada vez que me entregas algo, haces un sacrificio por Mí o me sometes otra pequeña porción de tu corazón y tu vida, das un paso más hacia Mí.
Cuanto más me entregues, más te apasionarás por Mí. Cuanto más vivas para Mí, más me verás obrar a tu favor. Cuanto más me pongas a prueba más demostraciones verás de Mi poder. Cuanto más sacrifiques por Mí, más ganarás de Mi parte. Cuanto más te acerques a Mí, más me acercaré a ti, hasta llegar al punto de darte cuenta de que he realizado todos tus sueños, cumplido todas Mis promesas, cada palabra, sido fiel a cada paso y demostrado que soy más que suficiente para ti.
Opta por las sendas que te presento. Decide siempre a Mi favor. Cuando tengas que elegir entre obrar con humildad o dejarte llevar por el orgullo, opta por la humildad. Cuando tengas la opción de sacrificar algo por Mí, esfuérzate por darme esa ofrenda de buen grado.
Cada vez que eliges conforme a Mis deseos te llenas más de Mí. Todas las veces en que decides plantarte firme en Mis promesas y ponerme a prueba te acercas más a ese amor arrollador por Mí. Si deseas llegar a tener la satisfacción intensa que brinda Mi plenitud, opta por Mí siempre que tengas ocasión de elegir. Entonces podrás decir como Livingstone: «Jamás hice un sacrificio, porque siempre me ha bastado con Jesús».
*
No tengas miedo de descubrir que conmigo te basta. Lo cierto es que todo lo demás te decepcionará en algún momento. Yo soy el único que no cambia. Soy lo único que perdurará y que siempre estará a la altura de tus expectativas. Solo Yo puedo mantenerlo todo en orden. Solo Yo puedo encargarme a la perfección de lo que sea más importante para ti; y así lo hago, cuando lo pones en Mis manos.
Artículo publicado por primera vez en junio de 2006 y actualizado en agosto de 2012. Traducción: Patricia Zapata N. y Antonia López.
[1] Filipenses 3:8
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